El libro prestado
Era un día de clases normal, corría el mes de noviembre y estaba en tercer año del polimodal, el último para terminar la escuela. Dos semanas antes habíamos vuelto del viaje de estudio a Bariloche que hicimos con el colegio, por esta razón nuestra atención estaba muy dispersa, sólo hablábamos de lo bien que la habíamos pasado semanas atrás.
Pero llego la hora de lengua y literatura, la materia más aburrida. La semana anterior habían empezado a leer “El túnel” de Ernesto Sábato pero yo había faltado. Como siempre entró la profesora al aula y comenzaron con la lectura en la página que había terminado la última clase. Intente escuchar con atención sobre que se trataba la historia del libro pero no lograba comprender totalmente el cuento, es que me había perdido el principio, por lo cual me resigne y deje que mi atención se dirija a cualquier otra cosa.
A día siguiente recordé que mi amiga, que vivía frente a mi casa, tenía el cuento de Sábato por lo cual se lo pedí prestado ya que debía leerlo para la semana próxima porque era el examen de literatura.
Comencé a leerlo como una obligación pero fue más atrapante de lo que imaginé. Termine el libro en tan solo una noche, no quería esperar para saber lo que ocurriría con el protagonista de cuento: un pintor introvertido, muy calculador que se obsesiona con María la única mujer que había logrado comprender el significado de una de sus obras. Quería saber hasta que punto llegan algunas personas cuando se obsesionan con alguien e inventan historias en sus cabezas que nunca existieron, porque viven en sus propios túneles oscuros que no le permiten ver más allá de su propia realidad.
Así la lectura paso de ser una obligación para la escuela a ser una apasionante historia. Finalmente el día de la lección llegó y fui la primera en dar el examen oral, la nota fue de excelencia y hasta me sirvió para no realizar la última evaluación del año ya que fui unas de las pocas que dio el examen.
El año lectivo había terminado las lecturas también, pero el libro seguía en mi biblioteca porque sabía que algún día volvería leerlo y ese día será devuelto a su dueña.
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